La tolerancia contemporánea es intrínsecamente intolerante
La tolerancia contemporánea es intrínsecamente intolerante
La noción de tolerancia está cambiando y con las nuevas definiciones, la forma que toma la tolerancia ha cambiado. Aunque hay algunas cosas que pueden decirse a favor de esta nueva definición, la triste realidad es que esta nueva tolerancia contemporánea es intrínsecamente intolerante. Es ciega ante sus propios defectos, porque piensa erróneamente que tiene la razón moral; no puede ser cuestionada porque se ha convertido en parte de la estructura occidental de lo plausible. Peor aún, esta nueva tolerancia es peligrosa para la sociedad, y es, sin duda, intelectualmente debilitante. Incluso el bien que se desea alcanzar se logra mejor de otras formas.
Comencemos con los diccionarios. En el Diccionario de Oxford, el primer significado del verbo «tolerar» es «Respetar (las creencias y prácticas de los demás, etc.) sin necesidad de estar de acuerdo o simpatizar. 2. aguantar, soportar, como en «él tolera a su cuñado». 3. En medicina, tener tolerancia a (un fármaco determinado, etc.) “Incluso el diccionario computarizado Encarta incluye en su lista «ACEPTAR LA EXISTENCIA DE OPINIONES DIFERENTES, reconocer el derecho de otras personas a tener diferentes creencias o prácticas sin intentar suprimirlas». Hasta aquí todo bien: todas estas definiciones están de acuerdo. Sin embargo, cuando vemos el tratamiento de la Encarta de «tolerancia», que es el sustantivo correspondiente, aparece un cambio sutil: «1. ACEPTACIÓN DE LAS OPINIONES DIFERENTES, el aceptar las diferentes opiniones de otras personas, por ejemplo, en asuntos políticos y religiosos, y imparcialidad hacia las personas que sostienen esas opiniones diferentes».
Este cambio de «aceptar la existencia de opiniones diferentes» a «aceptar las opiniones diferentes», de reconocer el derecho de otras personas a tener diferentes creencias o prácticas, a aceptar las opiniones diferentes de otras personas, es sutil en forma, pero muy importante en sustancia. Aceptar que existe una posición diferente u opuesta, y que esta se merece el derecho a existir, es una cosa. Pero aceptar la posición en si misma significa que ya no te opones a ella. La nueva tolerancia sugiere que aceptar la postura de otro significa creer que dicha postura es cierta, o por lo menos tan cierta como la propia. Nos movemos desde permitir la libre expresión de opiniones que son contrarias a la aceptación de todas las opiniones; saltamos del hecho de permitir la articulación de afirmaciones y creencias con las cuales no estamos de acuerdo, a afirmar que todas las creencias y afirmaciones son igualmente válidas. Así nos deslizamos desde la antigua tolerancia hasta la nueva.
¿Qué tolerancia?
El problema de lo que significa la «tolerancia» es, de hecho, más difícil de lo que estos pocos comentarios sobre entradas en el diccionario pudieran sugerir, ya que en el uso contemporáneo de la palabra, ambos significados siguen utilizándose y a menudo no está claro lo que quiere decir el escritor u orador. Por ejemplo: «Ella es una persona muy tolerante» ¿quiere esto decir que ella aguanta con gusto una gran cantidad de opiniones con las cuales no está de acuerdo, o quiere decir que ella cree que todas las opiniones son igualmente válidas? Un clérigo musulmán dice: «No toleramos otras religiones», ¿significa esto que, de acuerdo con este clérigo, los musulmanes no creen que a las otras religiones se les deba permitir existir, o que los musulmanes no pueden estar de acuerdo en que las otras religiones son tan válidas como el Islam? Un pastor cristiano declara: «Los cristianos gustosamente toleran otras religiones», ¿significa esto que, de acuerdo con el pastor, los cristianos de buena gana insisten en que otras religiones tienen el mismo derecho a existir como lo hace el cristianismo, o que los cristianos de buena gana afirman que todas las religiones son igualmente válidas? «Ustedes los cristianos son tan intolerantes», afirma alguien, ¿significa esto que los cristianos desean que todas las posiciones contrarias la suya propia sean extirpadas, o que los cristianos insisten en que Jesús es el único camino a Dios? Lo primero es patentemente incierto; lo segundo es, desde luego, cierto (eso es si los cristianos quieren ser fieles a la Biblia)—desde luego, los cristianos si que piensan que Jesús es el único camino hacia Dios—. Pero, ¿eso los convierte en intolerantes? En el primer sentido de «intolerante», para nada en absoluto; sin embargo permanece el hecho de que, cualquier tipo de afirmación relacionada con la exclusividad de la verdad, es vista como un signo de grave intolerancia. Pero esto último depende completamente de la segunda acepción de «tolerancia».
Se pueden presentar otras distinciones útiles. Volvamos a la afirmación que «los cristianos toleran gustosamente a otras religiones». Supongamos por un momento que tenemos en vista el primer significado de «tolerar», es decir, que los cristianos insisten de buen grado en que otras religiones tienen tanto derecho a existir como la suya propia, aunque muchos de estos cristianos puedan pensar que las otras religiones están profundamente equivocadas en algunos aspectos. Incluso este entendimiento más clásico acerca de «tolerar» y «tolerancia» deja lugar a una cierta cantidad de imprecisión. ¿Esta afirmación tiene en vista a la tolerancia legal? Si este es el caso, estaría afirmando que los cristianos luchan de buen modo para que todas las minorías religiosas sean iguales ante la ley. Por supuesto, desde una perspectiva cristiana, esto es un arreglo temporal que durará solo hasta que Cristo regrese. Es una manera de decir que, en este orden mundial caído y roto, en esta época de idolatría masiva, en esta era de confusión teológica y religiosa, Dios ha dispuesto que las cosas conflictivas, la idolatría, la confrontación y los sistemas de pensamiento altamente disparatados, persistan. En el cielo nuevo y la tierra nueva, los deseos de Dios no serán discutidos, sino que serán objeto de deleite y adoración.
Por el momento, no obstante, César (es decir, el gobierno) tiene la responsabilidad de preservar el orden social en un mundo caótico. Aunque César permanece bajo la soberanía providencial de Dios, sigue habiendo una diferencia entre Dios y César—y Jesús mismo nos ha dicho que demos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios—. No será así en el cielo nuevo y la tierra nueva. De esta forma, incluso esta tolerancia legal, que los cristianos deben sin duda defender, pertenece al presente, al tiempo en que el reino de Dios ha amanecido, pero aún no ha sido consumado, o (por decirlo a la manera de los teólogos) a esta era de escatología ya inaugurada, pero aún no finalizada.
Nutrido y cultivado
Por supuesto, la misma frase en el contexto adecuado, «Los cristianos toleran gustosamente a otras religiones» puede sugerir no tolerancia legal, sino tolerancia social. Es decir, en una sociedad con múltiples culturas, la gente de diferentes religiones debería mezclarse sin desaires ni condescendencia porque todas las personas han sido creadas en la imagen de Dios y todas rendirán cuentas a Él en el último día. De entre todas las personas, los cristianos deben saber que no son ni una pizca superiores a los demás, socialmente hablando. Hablan de un gran Salvador, pero no deben pensar en ellos mismos como si fueran personas grandes. Por tanto, la tolerancia social debería ser alentada.
Aun hay otra distinción que requiere una breve mención. Alguien podría afirmar que el Dios de la Biblia, incluso bajo los términos del nuevo pacto, no sostiene la tolerancia como una virtud: si hombres y mujeres no se arrepienten y por conversión se ponen bajo el señorío de Cristo, perecerán. Ciertamente, el Dios de la Biblia no considera la tolerancia, en el segundo sentido, como una virtud. Sin embargo, ¿no es la paciencia y el aguante de Dios al retrasar el regreso de Cristo una forma de tolerancia con la intención de llevar a la gente al arrepentimiento (Romanos 2:4)?
De ahí la distinción: las malas ideas y acciones son toleradas (en el primer sentido), de mala gana y con una articulación valiente de lo que las hace malas, mientras que las personas que sostienen esas malas ideas o realizan esas malas acciones son toleradas (de nuevo, en el primer sentido) sin ningún sentido de renuencia amarga, sino con la esperanza de que ellos vengan al arrepentimiento y la fe. La tolerancia hacia las personas, en este sentido, es sin duda una gran virtud, que ha de ser nutrida y cultivada.
Este articulo fue publicado originalmente el 26 de febrero 2012 en The Gospel Coalition. Traducido por Manuel Bento.
Don Carson es el profesor de investigación del Nuevo Testamento de Trinity Evangelical Divinity School en Deerfield, Illinois, y cofundador (junto a Tim Keller) de The Gospel Coalition.
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