Soldado de Jesucristo

Soli Deo Gloria

By

Avergonzados del evangelio John MacArthur Parte 4

Notas personales tomadas del libro titulado: “Avergonzados del evangelio. Cuando la Iglesia se vuelve semejante al mundo” del pastor John MacArthur Parte 4.

Por: Soldado de Jesucristo.

Portada del Libro

Portada del Libro

 

Notas extraídas del libro:

La labor de los ministros de Dios consiste en redargüir, reprender y exhortar con “toda paciencia y doctrina” (2 Ti 4.2). El pastor que pone el entretenimiento por encima de la predicación bíblica vigorosa está abdicando frente a la responsabilidad primordial de un anciano: “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”. (Tit 1:9)

 

La estrategia de la iglesia nunca ha sido apelar al mundo en los términos dictados por el mundo. No se supone que las iglesias deban competir por el consumidor al mismo nivel de los canales de TV y las agencias de publicidad. No podemos estimular un crecimiento auténtico mediante persuasión sagaz o técnicas innovadoras. Es el Señor quien añade personas a la iglesia (Hch 2.47). Las metodologías humanas no pueden acelerar el proceso divino ni adelantarlo. Cualquier crecimiento adicional que produzcan es una imitación infructuosa.

 

Tras haber absorbido los valores del mundo, el cristianismo en nuestra sociedad ahora está muriendo. De manera sutil pero segura, la mundanalidad y la indulgencia egoísta están royendo el corazón de la iglesia. El evangelio que se proclama hoy es tan rebuscado que ofrece que creer en Cristo como un simple medio para obtener satisfacción  y prosperidad en esta vida. La ofensa de la cruz ha sido extirpada de manera sistemática con el fin de que el mensaje sea más aceptable para los incrédulos. De alguna manera a la iglesia se le ocurrió la idea de que podía declarar paz con los enemigos de Dios.

 

Yo sí creo que podemos ser innovadores y creativos en la manera como presentamos el evangelio, pero debemos ser cuidadosos en armonizar nuestros métodos con la profunda verdad espiritual que estamos tratando de transmitir. Es demasiado fácil caer en la trampa de tratar con trivialidad el mensaje sagrado. También debemos hacer que el mensaje y no el medio, sea el corazón de lo que queremos transmitir a los oyentes.

 

No necesitamos métodos astutos para lograr que la gente se salve (1 Co 1.21). Tan solo necesitamos volver a predicar  la verdad y plantar la semilla. Si somos fieles en ello, el terreno que Dios ha preparado dará fruto.

 

Son muy pocos los cristianos que logran darse cuenta del declive penoso por el cual también desciende la iglesia a ritmo acelerado.

 

El reto para la iglesia de Cristo es el siguiente: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. (2Co 7:1). No es la sagacidad de nuestros métodos, las técnicas de nuestro ministerio o el ingenio de nuestros sermones lo que da poder a nuestro testimonio. Es la obediencia a un Dios santo y la fidelidad para conformarnos a sus demandas de justicia en su vida diaria.

 

La noción de que la Iglesia debe ser como el mundo para ganar al mundo ha caído como una tormenta incontenible sobre la iglesia evangélica. Casi todas las atracciones mundanas de la actualidad tienen algún equivalente “cristiano”. Tenemos pandillas cristianas de motociclismo, equipos cristianos para hacer ejercicios físicos, clubes cristianos de baile, parque de diversiones cristianos, e incluso leí acerca de una colonia nudista para cristianos. ¿De dónde sacaron los cristianos de que podíamos ganar al mundo imitándolo?, ¿hay sólo un fragmento de justificación bíblica para esa manera de pensar?

 

Lo que hacía eficaz a Pablo no era su pericia en los negocios sino una devoción empeñada en la verdad. Era el embajador de Cristo, no su secretario de prensa. La verdad era algo que debía declararse, jamás negociarse. Pablo no se avergonzaba del evangelio, sufrió con disposición voluntaria por causa de la verdad, no retrocedió ante la oposición o el rechazo. No hizo concesiones a los incrédulos ni entabló amistad con los enemigos de Dios.

 

La “contextualización” del evangelio hoy día ha infectado a la iglesia con el espíritu de la época. Ha abierto del todo las puertas de la iglesia a la mundanalidad, la superficialidad y en algunos casos una atmósfera inexcusable. Ahora el mundo está dictando la agenda de la iglesia.

 

Muchos cristianos de profesión parecen estar mucho más preocupados por la opinión del mundo que interesados en la de Dios. Las iglesias se han obsesionado tanto con tratar de agradar a los no cristianos que muchos han olvidado su deber prioritario de agradar a Dios ( 2 Co 5.9). La iglesia se ha adaptado en tal medida al contexto que se ha dejado corromper por el mundo.

 

Grandes multitudes compuestas por personas que no son cristianas auténticos ahora se identifican con la iglesia. De esa manera la iglesia ha sido invadida por los valores del mundo, los intereses del mundo y los ciudadanos del mundo.

El evangelio demanda que las personas reconozcan su pecado y su impotencia espiritual.

Los que canjean la Palabra por diversiones o trucos descubrirán que no tienen medios eficaces para alcanzar a las personas con la verdad de Cristo.

 

El evangelio demanda que las personas reconozcan su pecado y su impotencia espiritual. Les humilla, les convence de culpa y les llama pecadores. Además ofrece salvación como una obra de la gracia de Dios y no como algo que puedan alcanzar por sus propios esfuerzos. En todo sentido la cruz aplasta el orgullo humano.

 

La iglesia contemporánea necesita con desesperación  ver esta verdad, la suma de todos los filósofos, intelectuales, sociólogos, antropólogos, psicólogos, políticos y demás personas sabias en toda la historia humana, jamás han encontrado una solución al problema del pecado no han acercado la humanidad a Dios un solo centímetro. De hecho la condición espiritual  de nuestra especie es peor en la actualidad que nunca antes, con mayores cifras de suicidio, la amenaza constante de una guerra nuclear y los niveles epidémicos de frustración, confusión, depresión y alcoholismo. La sabiduría humana en nuestro tiempo está en la misma bancarrota que todas las filosofías en la antigua Grecia y en Corinto, o es posible que mucho peor todavía.

 

Los que quieren reemplazar la predicación con dramas, música y medios más sutiles, harían bien en considerar los siguiente: Dios eligió a propósito un mensaje  y una metodología que la sabiduría del mundo juzga como locura. La palabra griega “locura” es moria, de la cual se derivan palabras como morondanga  (inutilidad, trivialidad, tontería). El medio de salvación provisto por Dios es literalmente tontería a los ojos de la sabiduría humana, pero es la única estrategia de Dios para impartir el mensaje.

 

Próximamente estaré publicando más notas que extraje de este libro, así que estén pendientes. Ya puedes leer la Primera Parte, Segunda Parte y Tercera Parte de estas notas. Si te ha sido de bendición esta publicación te invito a compartirla con tus redes sociales.

*John MacArthur es el presidente de The Master’s Seminary y pastor de la iglesia Grace Community Church. Sus predicaciones en el programa de radio Gracia A Vosotros son escuchados alrededor del mundo. Él y su esposa Patricia tienen cuatro hijos y quince nietos.

Si te ha gustado, ¡compártelo con tus amigos!...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.