Los responsables del evangelio de la prosperidad
Es indudable que la teología de la prosperidad ha penetrado en gran parte de la iglesia evangélica. Su mensaje de riquezas, bienestar y salud encuentra mucha acogida entre creyentes, pero sobre todo atrae a miles de personas no regeneradas. Son muchos los inconversos que se acercan a las iglesias solo por los beneficios que esta teología promete. Miles y miles de personas abrazan las falsas promesas de prosperidad sin procurar arrepentimiento de sus pecados.
Aunque los males son muchos y diversos, el gran pecado de esta teología es que no tiene un sustento bíblico. Aún peor peor, usa las Escrituras de una manera irresponsable para justificar el mensaje. Esto es precisamente lo que hace del evangelio de la prosperidad algo digno de resistir y denunciar.
El problema: resumido
En líneas generales, el error de la teología de la prosperidad es asegurar riquezas a los creyentes, pasando por alto que la Biblia está llena de advertencias contra el amor al dinero (1 Timoteo 6:10) y la búsqueda de enriquecimiento (Proverbios 23:4). Predicadores animan a los creyentes a ofrendar y a hacer votos, enseñando que la bendición es proporcional al dinero que ofrendan. De esta manera ignoran que en toda esfera de la vida, solo Dios determina los resultados, la proporción de nuestra bendición, y la cantidad que cosechamos (Job 1:21; 1 Corintios 3:6). Además, esta teología promete bienestar y salud al pueblo. Es decir, ofrece una vida libre de problemas y de enfermedades.
La Biblia nunca promete tal cosa. Al contrario, nos advierte de diversas dificultades y tribulaciones. Jesús dijo “en el mundo tendréis aflicción” (Juan 16:33). Pedro advirtió que “…es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios…” (1 Pedro 3:17). Pablo enseñó que “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos” (2 Timoteo 3:12) y también el mismo apóstol animó a su discípulo diciendo “Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:3).
De todas formas, debemos recordar que a pesar que la vida cristiana es una vida de adversidad, y aunque no siempre las cosas saldrán como esperamos, el Señor nos dará la gracia para sostenernos (2 Corintios 12:9 y 1 Corintios 10:13), y Él mismo usará las dificultades para sus buenos propósitos (Romanos 8:28), y ha prometido estar con nosotros en medio de ellos (Mateo 28:20).
Rindiendo cuentas
Los pastores darán cuenta a Dios de su ministerio, y en gran medida esto tiene que ver con usar bien la “palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). De diversas formas, son los líderes quienes marcan las pautas de un pueblo. Y en la iglesia de Cristo los pastores están puestos por Dios para cuidar al pueblo de Dios, alimentarlos con la palabra de Dios, y para la gloria de Dios. El mensaje de la prosperidad no representa los pastos de la sana enseñanza de las Escrituras.
La seriedad de la tarea pastoral en cuanto a la enseñanza la enfatizó Santiago cuando dijo: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo” (Santiago 3:1). La enseñanza de las Escrituras es una de las tareas más solemnes y dignas de la mayor reverencia, puesto que involucra la mismísima Palabra de Dios. Por eso, con gran celo, Pablo le dijo a un pastor: “Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino: Predica la palabra…” (2 Timoteo 4:1-2).
Ahora bien, aunque los primeros responsables de este monumental error son los pastores de las iglesias, conviene apuntar algo que, creo, hemos ignorado. Es esto: las Escrituras no asumen que los creyentes son solo víctimas del error y del engaño. Mejor dicho, aunque las falsas enseñanzas son atribuidas a los pastores, el pueblo cristiano es también responsable ante Dios por lo que escucha y lo que cree.
Tanto los predicadores de la prosperidad como los oidores son parte del engaño. Ambos son responsables. Los líderes por enseñar el error, y el pueblo por no confirmar con las Escrituras lo que oye. Es por eso que ante el error que enseñaron los judaizantes en Galacia, el apóstol Pablo escribió una carta para reprender a los creyentes por haber sido engañados: “¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros…” (Gálatas 3:1). El apóstol no estimó a los creyentes de Galacia como víctimas del engaño, sino responsables del mismo.
Cuando los creyentes de la ciudad de Berea escuchaban a Pablo, estos recibían la palabra pero “escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:10-11). Esta es precisamente la actitud que deberíamos demostrar los cristianos en todo tiempo. Una diligente disposición de verificar con las Escrituras lo que se escucha desde el púlpito. Y lejos de hacerlo con un espíritu crítico y controversial, es más bien un ejercicio que debe ayudar al creyente a confirmar y a fortalecer sus convicciones.
Es doloroso ver a creyentes aceptando todo lo que oyen desde un púlpito, aun si no es bíblico. De manera similar, es lamentable que los cristianos escriban “Amén” a todo lo que un predicador sube en las redes sociales, aun si esto es un error o una falsa enseñanza.
El creyente debe buscar decir las “Escrituras dicen” en lugar de “escuché a mi pastor decir”. Todo cristiano debe ser un estudioso de la Biblia, familiarizado con las verdades del evangelio. Eso no solo producirá una correcta adoración, sino también le garantizará libertad del error y el engaño.
Volvamos al estudio serio de la Biblia. El mensaje de las Escrituras no tiene nada que ver con bienestar, salud y riquezas. Más bien es un mensaje que centra su atención en la persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo. Es un libro de redención. Un libro acerca de Dios. Las Escrituras nos cuentan lo que Dios ha hecho para salvar al hombre de sus pecados. Nos hablan de los ricos beneficios de la cruz: vida eterna, justificación, el perdón de los pecados, la adopción, reconciliación, paz con Dios y la morada eterna con nuestro Salvador.
Mi exhortación a todo creyente y pastor es la misma del apóstol Pedro: “desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2). Que en esa medida nuestros ojos sean abiertos a las riquezas eternas del glorioso evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Seamos diligentes.
Tomado de: Coalición por el evangelio.
Por mucho tiempo me sentí deprimida y triste por ser pobre, pensaba que no era amada por Dios, pensaba que solo los que tenían dinero y buena vida estaban en la bendición y el amor de Dios. Muchas veces me preuntaba en que había fallado. Hasta que entendí por medio de la palabra leída por mi misma a la luz del espíritu que Dios si me ama y mucho y me acompaña en todas mis batallas y luchas me cuida como a la niña de sus ojos y no me ha dejado en verguenza ante mis enemigos que dicho sea de paso están dentro del pueblo de Dios, para tristesa lo digo.
Estimada Yipsi Vera, me apena verla escribir que tiene enemigos en el pueblo de Dios. eso no debería ocurrir. No debería ocurrir que en el ´pueblo de Dios´ las personas abriguen ningun tipo de mal sentimiento entre ellas ni hacia los de afuera tampoco. Y fijese que digo no debería, porque al parecer ocurre lo contrario. Jesús dijo lo siguiente: (Juan 13:34, 35) . . .Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. 35 En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. Y fijese que tener amor entre los siervos de Dios en realidad no era un mandamiento nuevo. Ya en la ley mosaica se había mencionado. Note lo que dice el siguiente texto: (Levítico 19:18) 18 ”’No debes tomar venganza ni tener rencor contra los hijos de tu pueblo; y tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Jehová.
Y mas tarde el apostol pablo escribiría: (Romanos 13:8) 8 No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido [la] ley. . . Note que el amor debía ser un rasgo distintivo de los discipulos de Jesús. Y ahora ese amor incluia dar la vida por su hermano, porque eso era lo que Jesús habia hecho. (1 Juan 3:16) 16 En esto hemos venido a conocer el amor, porque aquel entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar [nuestras] almas por [nuestros] hermanos. . . Entonces Yipsi, a vista de lo enseña la Biblia sobre este asunto, pudieramos pensar que realmente no existe amor o que es muy pobre en calidad dentro de aquellos que dicen pertenecer a un ´pueblo de Dios´pero se comportan muy distinto a lo que el propio Hijo de Dios enseñó ¿verdad? Me encantaria darle mas argumentos sobre lo que amarnos debería significar. Mi correo es carrillo@eleclh.une.cu. Tenga buenas noches.
Buenas noches.
Citas tomadas de este artículo: Es doloroso ver a creyentes aceptando todo lo que oyen desde un púlpito, aun si no es bíblico… . El creyente debe buscar decir las “Escrituras dicen” en lugar de “escuché a mi pastor decir”. Todo cristiano debe ser un estudioso de la Biblia, familiarizado con las verdades del evangelio. Eso no solo producirá una correcta adoración, sino también le garantizará libertad del error y el engaño. …los primeros responsables de este monumental error son … las iglesias… .
MADERO DE TORMENTO
Instrumento en el que se ejecutó a Jesucristo. (Mt 27:32-40; Mr 15:21-30; Lu 23:26; Jn 19:17-19, 25.) En el griego clásico, la palabra traducida “madero de tormento” en la Traducción del Nuevo Mundo (stau•rós) significa principalmente un madero o poste, y no hay nada que demuestre que los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas designasen con este término un madero con un leño transversal.
El libro The Non-Christian Cross, de John Denham Parsons, dice: “No hay ni una sola frase en ninguno de los numerosos escritos que integran el Nuevo Testamento que en el griego original indique, siquiera de manera indirecta, que el staurós que se utilizó en el caso de Jesús fuera en absoluto diferente del común y mucho menos que consistiera en dos leños clavados en forma de cruz en vez de uno solo. […] No es pequeño desatino de nuestros maestros traducir la palabra staurós por ‘cruz’ cuando vierten a nuestra lengua vernácula los documentos griegos de la Iglesia, y respaldar esa traducción con la inclusión de ‘cruz’ en nuestros léxicos entre las acepciones de staurós, sin explicar que ese de ningún modo era el significado original del vocablo en los días de los apóstoles, que no adquirió ese significado fundamental hasta mucho después y que si llegó a adoptarlo, se debió exclusivamente a que por una u otra razón se asumió que el staurós en el que se ejecutó a Jesús tenía esa determinada forma, pese a no tener la más mínima prueba de ello” (Londres, 1896, págs. 23, 24).
¿Curioso verdad? Llevan siglos hablando de una ´´cruz´´ que nunca existio. ¿Será que no hacen lo que los habitantes de Berea? Es mi deseo sincero que esta breve nota les ayude a ver y entender la verdad, tal y como nuestro Señor y Rey de Reino Mesianico de Jehová Dios nos animó a hacer en Juan cap.8 vers.32
Saludos, gracias por comentar, el tema de la cruz ya ha sido tratado antes en este blog :), así que le dejo el enlace: ¿Murió Jesús en una cruz?
Sabemos que lamentablemente la secta de los testigos sin Jehová han tergiversado las escrituras y han distorsionado muchas de las enseñanzas del cristianismo bíblico, y el tema de la cruz no ha sido la excepción 🙁
¿Usaron los discípulos de Jesús la cruz para adorar a Dios o como símbolo del cristianismo?
LO QUE DICE LA BIBLIA
En ninguna parte de la Biblia se da a entender que los primeros cristianos utilizaran la cruz como símbolo religioso. Al contrario, eran los romanos de aquel tiempo quienes empleaban la cruz para representar a sus dioses. Más tarde, unos trescientos años después de la muerte de Jesús, el emperador romano Constantino adoptó la cruz como símbolo para su ejército, y después quedó ligada a la iglesia “cristiana”.
Puesto que los paganos usaban la cruz para adorar a sus dioses, ¿la habrían utilizado los discípulos de Jesús para adorar al Dios verdadero? En absoluto, ellos sabían que Dios nunca había aprobado que usaran “símbolo alguno” en su adoración y que los cristianos debían huir “de la idolatría” (Deuteronomio 4:15-19; 1 Corintios 10:14). “Dios es un espíritu”, invisible para los humanos. Por lo tanto, los primeros cristianos no empleaban objetos o símbolos visibles que los hicieran sentirse más cerca de Dios. Más bien, ellos adoraban a Dios “con espíritu”, es decir, guiados por su espíritu santo invisible, y “con verdad”, en armonía con la voluntad de Dios revelada en las Escrituras (Juan 4:24).
“Los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad” (Juan 4:23).