Soldado de Jesucristo

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10 cargos contra de la iglesia moderna – Paul Washer (8va acusación)

El octavo cargo: Silencio en cuanto a la separación [santidad]

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo  tiene la justicia con la injusticia?” (2 Corintios 6:14)

En la actualidad existe un vacío en la enseñanza  formal acerca de la santidad en la vida. Existe, por supuesto,  una  enseñanza  general  sobre la santidad  con la que todos concuerdan. “Seamos santos”, dicen. “Necesitamos ser más santos. Tengamos una conferencia sobre la santidad”.  Pero  cuando  somos  específicos  acerca  de lo que  esto significa, todo se diluye.

“Seguid la paz con todos,” nos dice el escritor de Hebreos, “y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb. 12:14). ¿Hay alguien que crea esto? Me dice un pastor: “Pero hermano,  me han acusado tantas veces por enseñar una religión de ‘obras’”. Préstenme atención.  Escuchen.  Tenemos que volver a la regeneración  y la providencia de Dios. Si Dios de veras convierte a una persona, seguirá obrando en esa persona por medio de la enseñanza,  las bendiciones,  reprensiones  y disciplinas. Se ocupará  de que la obra que inició se complete.  Es por eso que el escritor  dice: “santidad, sin la cual nadie verá a Dios”. ¿Por qué? Porque si no hay crecimiento  en santidad, es que Dios no está obrando en la persona. ¡Y si no está obrando en ella, es porque no es su hijo!

Observen la diferencia entre  Jacob y Esaú. “A Jacob amé… a Esaú aborrecí” (Rom.9:13). No obstante, Dios cumplió sus promesas en ambos. Jacob fue bendecido, Esaú fue bendecido. ¿Cómo demostró  Dios sus juicios e ira contra  Esaú y su amor hacia Jacob? Primero,  no  los  reprendió,  dejó  que  hicieran  lo  que  querían,  su  propia  voluntad. Entonces,  en Esaú no hubo una obra de disciplina, ninguna  obra de corrección divina, nada. ¡Esa era la ira de Dios sobre él! En cambio, Dios disciplinó a Jacob casi todos los días de su vida. ¡Eso era el amor de Dios sobre él! Era la disciplina cariñosa, la corrección de Dios, para  llevarlo a la santidad.  Sucede  lo mismo  hoy con  todos  los verdaderos creyentes.

“Así que, hermanos,  os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).

¿Por qué dice “presentéis vuestros  cuerpos”? Creo que la razón  es evitar toda esta “super espiritualidad” de hoy. Podríamos decir: “He entregado mi corazón a Jesús, y no se puede juzgar un libro por su tapa. Nadie puede juzgar mi condición interior  por mi exterior”. Pero el hecho es que sí se puede juzgar a un libro por su tapa. Jesús nunca dijo que no se pudiera;  en cambio, dijo específicamente  que sí se podía: “Por el fruto  se conoce el árbol” (Mat. 12:33).

Ahora bien, si ustedes creen que le han dado su corazón a Jesús, entonces él quiere su cuerpo también. Les diré por qué. En este sentido, el corazón no es un músculo que bombea sangre ni producto de la imaginación del poeta. En la Biblia, corazón se refiere a la esencia misma, el centro mismo de nuestro  ser. No podemos decir que Jesús posee la esencia misma y el centro de nuestro ser y que esto no afecta todo nuestro cuerpo y vida.

¡Las cosas no funcionan de esa manera!

Por eso, necesitamos escudriñar las Escrituras, no de un modo legalista ni por medio de valernos de inferencias. No, en cambio escudriñamos  las Escrituras  para atenernos  a sus  clarísimos  mandatos.  ¿Mandatos de  qué?  ¿Qué tipo  de  mandatos  nos  guían  en nuestra  familia? No coincido con todo lo que dijeron los puritanos,  pero sí amo a los puritanos,  y una  de las razones  es porque  creo  que  hicieron  un  intento  sincero  por sujetar todo en sus vidas al señorío de Jesucristo. ¡Todo!

Todo, como por ejemplo ¡sus mentes! Escribieron libros de 800 páginas sobre lo que debiéramos  pensar  según  las Escrituras.  Y  lo que  no  debiéramos  dejar  que  entre  en nuestra mente según las Escrituras. Lo que debiéramos hacer con nuestros ojos. Lo que no debiéramos hacer con nuestros ojos. Lo que debiéramos hacer con nuestros oídos y lo que no debiera entrar  por nuestros  oídos. Cómo debiéramos gobernar  la lengua. Cuál debiera ser la dirección de nuestra vida.

Y sí, ahora los voy a asustar con lo que digo: También ¡cómo debiéramos vestirnos! Tendré cuidado con esto, no quiero  simplemente  especular.  Mis queridos  amigos, mi esposa lo expresa así: Si tu ropa es un marco para tu rostro del cual emana la gloria de Cristo, complace a Dios. Pero si tu ropa es un marco para tu cuerpo, es sensual, Dios lo aborrece.  La naturaleza  de Dios guía  nuestras  decisiones  en  cada detalle  de nuestra conducta.

Ahora bien, no puedo tocar todos los puntos  acerca de la santidad, y santidad no es meramente  una  expresión externa,  pero hemos  conocido a personas  que usan  la obra interior  del Espíritu  como una  excusa  para decir que nada tiene  que ver con lo que sucede en el exterior. ¡Eso no es así! Algunos de ustedes, jóvenes amigos, probablemente claman más que yo pidiendo que el Espíritu de Dios los llene y obre en ustedes, pero solo necesitan  mirar  media hora  de televisión para entristecerlo  y hacer  que se aparte  de ustedes. Si el agua es pura en un 99% y el 1% viene del resumidero, ¡no la voy a tomar!

En  cierta   oportunidad   luchaba   con  algunos   problemas,   y  Leonard  Ravenhill, enterándose  de mi situación,  me envió un tratado.  Todavía lo tengo. Nunca, nunca  me desprenderé de él. Dice: “Otros pueden, tú no”. Jóvenes, denme su atención: Yo no voy a los centros comerciales.  No lo hago no porque soy más santo que ustedes. ¡Es porque sé lo que soy!

Se cuenta  que uno  de los violinistas más grandes  de Europa,  ya anciano,  dio un concierto  final. Cuando terminó,  se le acercó un  joven violinista y le dijo: “Señor, yo daría mi vida por tocar como usted”. A esto, el anciano respondió: “Hijo, yo he dado mi vida por tocar como yo”.

Dicen ustedes: “Quiero el poder de Dios en mi vida”. Pues entonces algo tienen que descartar. “Quiero conocerle”. ¡Entonces tienen que separarse del mundo!

Les  diré  algo  más,  jóvenes.  Todos  los  demás  andan  ocupados  asistiendo  a  sus pequeños  retiros  y conferencias, y reuniéndose,  dándose abrazos grupales  y cantando Kumbayá27  y todo lo demás. Quizá lo que necesitan es irse al desierto, estar a  solas con Dios  y  ayunar  por  siete  días  de  rodillas  estudiando  el  libro  de  los  Salmos,  estar simplemente a solas con Dios, siendo solo de él.

Para  ser  un  hombre  de Dios tiene  que  existir un  sentido  en  que  aun  cuando  su esposa, que es su propia carne, una  con usted,  lo mira  a los ojos, sabe que no puede compartir con usted el momento.

Hoy, nuestras  iglesias guardan silencio en lo que a separación del mundo se refiere. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo  tiene la justicia  con  la  injusticia?”  (2  Cor.  6:14). ¡Nada!   “¿Y  qué  comunión  la  luz  con  las tinieblas?” (v. 14). ¡Ninguna! Las tinieblas son lo opuesto a la revelación de Dios. “¿Y qué concordia  Cristo  con  Belial?” (v.  15)  ¡Ninguna!  “¿O qué  parte  el  creyente  con  el incrédulo?” (v. 15) ¡Ninguna!

Dice el Señor: “Salid de en medio de ellos” (v. 17). ¿Salir de en medio de qué? Salir de en  medio  de  la  anarquía,  de  las  tinieblas,  de  las  trampas  satánicas  y  del  vivir  y mundanalidad del incrédulo. ¡Salir de todo eso!

NOTAS:

27 Kumbaya – canto espiritual  africano de la década de 1930, popular entre la música folclórica, y más adelante en campamentos  juveniles; término  usado aquí para representar a la religión superficial y al sentimentalismo.

© Copyright 2015 Chapel  Library.  Impreso  en los EE.UU.  Se otorga permiso expreso  para reproducir este material por cualquier medio, siempre  que 1) no se cobre más que un monto nominal por el costo de la duplicación, 2) se incluya esta nota de copyright  y todo el texto que aparece en esta página.

A menos que se indique de otra manera, las citas bíblicas  fueron tomadas  de la Santa Biblia, Reina-Valera  1960.


Te invito a leer  las 7 acusaciones anteriores que a están publicadas en este blog, las puedes leer en los siguientes enlaces, 10 cargos en contra de la iglesia moderna – Paul Washer (1ra acusación) y 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (2da acusación), 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (3ra acusación), 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (4ta acusación), 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (5ta acusación), 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (6ta acusación), 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (7ma acusación)

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2 Responses to 10 cargos contra de la iglesia moderna – Paul Washer (8va acusación)

  1. dcruz says:

    Primer artículo de Washer que leo que me suena un poco “legalista”..

  2. Mary says:

    Buen estudio solo que muy exagerado para determinar quw lo que visto me haga mas santo o no, creo en que si algo quiere Dios es tu corazón y lo que se ve al exterior es solo lo que se usa, por que si fuera así entonces ustedes también están mal por que no visten como los antiguos como cuando Cristo vivió.

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