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¿A DÓNDE FUE CRISTO CUANDO MURIÓ? | Paul Washer

Por: Paul Washer

El tema del paradero de Cristo durante los tres días entre su muerte y su resurrección es muy comúnmente malentendido. Sin embargo, una mirada cercana y cuidadosa a las Escrituras revela una unidad entre todos los escritores bíblicos. En el intervalo entre su muerte y su resurrección, el espíritu de Cristo no permaneció en la tumba, ni tampoco descendió al infierno.

En las palabras de Jesús al ladrón en la cruz, Él fue al “paraíso”, el glorioso lugar que es la morada de su Padre (Lucas 23:43). En las siguientes páginas examinaremos los textos más importantes respecto a este tema.

SALMO 16:10

“Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”.

La palabra “Seol” es una transliteración de la palabra hebrea y puede ser traducida como “inframundo”, “tumba”, “abismo”, o “infierno”. En el contexto, el salmista simplemente está declarando que Dios no permitiría que el cuerpo físico del Mesías experimentara por corrupción física, sino que lo levantaría de entre los muertos. Esta es la interpretación de Pedro (Hechos 2:27-31) y de Pablo (Hechos 13:34-35).

En Hechos 2:27, Pedro cita este texto en defensa de la resurrección de Cristo: “no dejarás mi alma en el Hades”. La palabra hades es la traducción griega de sheol y se refiere a lo mismo.

El significado simple de los pasajes es que el Padre no permitiría que el cuerpo de Jesús se descompusiera en la ligadura de la muerte, sino que lo levantaría de entre los muertos. Charles Hodge escribe, “En el lenguaje de la Escritura, descender al Hades no significa nada más que descender a la tumba, pasar del mundo visible al invisible, como le pasa a todos los hombres cuando mueren y son sepultados”. (Systematic Theology [Teología sistemática], Vol.2, p.617)

ROMANOS 10:7

“¿Quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos)”.

Basados en la interpretación de Pablo (“subir a Cristo de entre los muertos”), lo mejor parece ser interpretar la palabra “abismo” como una referencia al mundo de los muertos y no como una afirmación de que Cristo fue al infierno. Matthew Henry escribe, “Esto llanamente demuestra que el descenso de Cristo a lo profundo, o al ábussos, no era más que el hecho de que entró al estado de los muertos”. (Matthew Henry Commentary [Comentario Matthey Henry], Vol.6, p.439)

EFESIOS 4:9

“Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?”

El contexto sugiere que Pablo está escribiendo acerca de la encarnación de Cristo y no sobre que Él descendió al infierno. El Cristo que subió al cielo (ascensión) es el mismo que vino a la tierra desde el cielo (encarnación). En Isaías 44:23, leemos, “Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado”. Aquí, una vez más, la frase “profundidades de la tierra” simplemente se refiere a la tierra en contraste con los cielos.

I PEDRO 3:18-20

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua”.

Algunos interpretan este pasaje como si enseñara que Cristo descendió al infierno cuando murió, para proclamar su victoria a aquellos que habitaban ahí. La interpretación más consistente es que el Espíritu Santo, que levantó a Jesús de entre los muertos, fue el instrumento mismo a través del cual Cristo habló a la generación de Noé. Cristo les habló a través del Espíritu Santo, por medio de la predicación de Noé. Ellos no creyeron las palabras de Cristo predicadas a través de Noé; por lo tanto, ellos murieron en sus pecados y han permanecido en prisión (es decir, el infierno) hasta hoy.

I PEDRO 4:6

“Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”.

No hay razón para interpretar este pasaje como si apuntara hacia un descenso de Cristo al infierno para predicar el evangelio a aquellos que moran ahí. Las Escrituras enseñan claramente que “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). El pasaje debe ser interpretado como una simple referencia a que el evangelio había sido predicado a ciertos individuos que, en el tiempo en el que Pedro escribió, ya habían muerto.

LUCAS 23:43

“Entonces Jesús le dijo [al ladrón]: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Si Cristo no fue al infierno, ¿a dónde fue? Para responder a esta pregunta, lo mejor es tomar las propias palabras de Cristo. Jesús le dijo al ladrón, moribundo, “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Cuando Cristo murió, Su espíritu pasó inmediatamente a la presencia de Dios. En la resurrección, su cuerpo y espíritu fueron unidos otra vez. Es importante notar que la palabra “paraíso” se utiliza solo otras dos veces en el Nuevo Testamento, y en ambas ocasiones se refiere claramente al cielo (II Corintios 12:4; Apocalipsis 2:7)

LUCAS 23:46

“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”.

En esta declaración breve pero poderosa encontramos más evidencia de que Cristo fue con el Padre en el momento de su muerte. Es una declaración de sólida confianza, no distinta a “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Matthew Henry escribe que “[Cristo] encomienda su espíritu en las manos de su Padre para ser recibido en el paraíso y devuelto al tercer día”. (Matthew Henry Commentary [Comentario Matthew Henry], Vol.5, p.830)

JUAN 20:17

“Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.

A veces se alega que Cristo no pudo haber ascendido al cielo durante sus tres días en la tumba basado en sus palabras a María Magdalena en este pasaje. Sin embargo, considerándolo más detenidamente, es claro que no hay contradicción entre la declaración de Cristo al ladrón (Lucas 23:43) y sus palabras a María Magdalena (Juan 20:17). Después de tres días, Cristo se reunió con su cuerpo físico y fue resucitado de entre los muertos. María entendió mal el plan de Dios y no sabía que Cristo volvería a ascender (esta vez, en su cuerpo) a la derecha del Padre como intercesor de su pueblo. Ella esperaba que Él permaneciera en la tierra y reinara como un Mesías terrenal. En su interacción con María, Cristo no está negando que su espíritu había ascendido al Padre después de su muerte en la cruz, sino que está diciendo que todavía tenía que ascender en su cuerpo. Aunque María no lo entendía todavía, esta ascensión corporal era absolutamente necesaria en la obra de redención.

Tomado de “Descubriendo el glorioso evangelio” de Paul Washer pág. 104 -107


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One Response to ¿A DÓNDE FUE CRISTO CUANDO MURIÓ? | Paul Washer

  1. Buenas tardes esta interpretacion tiene muchos errores , el primero SEOL y HADES , estas palabras tanto en griego como en hebreo significa lugar de descanso , en a. t. Era lugar donde los muertos bustos e injustos iban a esperar la resurrección de los muertos unos para vida eterna y otros para condenación.

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