Denunciemos sin temor el pecado y el error | Charles Spurgeon

Por: Charles Spurgeon
Otro mal importante es la falta de decisión en favor de la verdad entre los hombres verdaderamente buenos; los que son hermanos nuestros en la fe del Señor Jesús, pero no parecen haberse decidido en cuanto a separarse del error. ¡Están en favor de la paz! Esto de «sentarse en la valla divisoria» parece ser una posición popular entre los que profesan ser cristianos. Quizá después de la reunión del próximo lunes, algunos hermanos se hayan decidido; pero, hasta entonces, estarán sentados, incómodamente por cierto, sobre la valla. Nunca pude ocupar una posición como la de ellos, y por lo tanto no siento por ellos una muy profunda simpatía. Hay uno o dos eruditos teólogos que tratan por todos los medios de estar en ambos lados de la valla, pero es un experimento peligroso. Algunos tratan de estar al lado de los que prevalecen, y otros preferirían mantener siempre su juiciosa posición. A fin de cuentas, los neutrales no obtienen el respeto de ninguno de los dos bandos; y, con toda seguridad, puede decirse que son el problema en todas las controversias.
Siempre habrá dificultades en las iglesias en tanto que los hombres teman denunciar el pecado y el error. El predicador negro de cierto pueblo, decía que cuando se hallaba con su rebaño, se abstenía cuidadosamente de predicar contra el pecado de robar gallinas, porque, al parecer, estorbaba mucho la comunión fraternal. Muchos predicadores tocan muy suavemente el tema de la embriaguez, porque algunos de los que les sostienen son «parte interesada». ¿No es cierto que muchas veces son suprimidas las verdades cuando parecen poco sabrosas? ¿No es cierto que muchos son infieles en cuanto a los pecados que les rodean? Son «todo a todos», pero no para poder «salvar a algunos». He oído susurrar que es para poder «salvar ciertas sumas» a favor del tesoro de la iglesia. ¿No es verdad que se consulta demasiado a las personas importantes? ¿No es cierto que se da más valor a la posición de las personas que a su piedad? ¿Hay suficiente fidelidad pura a la verdad y a Cristo, pase lo que pase? Hermanos, necesitamos gracia para poder decir: «Sé ser pobre; sé ser objeto de ridículo; sé ser insultado; pero no sé ser falso para con mi Señor».
Fragmentos tomados del libro “Un ministerio ideal” p. 310 -311 el cual recopila varios sermones del pastor Spurgeon dictados en la Conferencia Anual de ministros
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